jueves, 31 de julio de 2008

EPÍLOGO. Vizcaya.

Lema del día: Qué bien se está, cuando se está bien.


Iba a titularlo Bilbao, pero lo cierto es que durante mi estancia allí, en casa de mi tía y mis primas en Barakaldo, Bilbao lo pisamos sólo el sábado para ir de marcha. Y nos recorrimos no se cuantos sitios, comenzando por las fiestas de Sestao y terminando en la Guía de Portugalete.

Aparte de beber como sólo se bebe en Euskadi, como si al día siguiente fueran a promulgar la Ley seca, confesiones en la oscuridad (o casi amaneciendo), algún percance con la cremallera de algún pantalón en medio de alguna tajada, hacer más invitaciones para que vengan a visitarme gente que casi no conozco, y que un socorrista me abroncara por bañarme con bandera roja (aunque el mar no estaba ni de lejos para eso), el llegar a casa de la familia sirve para estimular un descanso que me permitió comenzar este diario y tomarme tiempo para el sueño que necesitaba dormir después de tanto ajetreo. Y es que a mi Euskadi me da paz. Y llovía, y todo estaba verde. Y empezaba a trabajar al día siguiente de llegar a Las Palmas, con lo que fue bien aprovechado. Salvo por el percance de la cremallera. Ah, y ganó España.



Bilbao – Las Palmas

Julio de 2008


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