miércoles, 16 de julio de 2008

Capítulo 6. Coimbra – Lisboa?

1.

REIF: Como sigamos por la carretera general, me parece a mi que pueblos vamos a ver pocos.

TENIENTE: Pues como pretendamos encontrar una señal de salida, vamos listos.


Marchamos de Coimbra casi al alba, porque para eso nos habíamos acostado pronto y porque mi catre ya había estado intentando dejarme sin columna el suficiente tiempo, después de desayunar en medio de un congreso de algo y pelearnos con las maletas y casi con el desabrido recepcionista del hotel, no sabemos si inexpresivo o con una sobreinyección de botox.

La Lugareña se moría aún más que el día anterior, así que se decidió a hacerme caso y empezar a tomar más pastillas de las que dice el prospecto, consiguiendo dormirse al poco de montarse en el coche gracias a los antihistamínicos de los antigripalesh.

Salir de Coimbra fue una odisea casi mayor que la de Santiago, y dimos muchas vueltas para encontrar cualquier indicación dirección a Lisboa. Como no la encontramos, buscamos cualquier indicación para la carretera que se suponía debíamos tomar, y, a pesar de estar lo bastante escondida, después de dos días por carreteras portuguesas habíamos desarrollado la suficiente capacidad telepática como para encontrarla, aunque fuera al cabo de un cuarto de hora.

Como íbamos con tiempo, optamos por no tomar la autopista y ver pueblos típicos. El problema es que los pueblos típicos no los podíamos ver más que de lejos porque en esa zona estaban apartadísimos de la carretera por la que íbamos. Así que, en un alarde de originalidad, concluimos que lo mejor era intentar perdernos por esos mundos de dios, echando nuevamente mano a la Biblia para enterarnos de lo que teníamos que visitar. Y cuando llegamos a Pombal, salimos en su dirección, con la Lugareña profundamente dormida en el asiento de atrás.


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