sábado, 14 de agosto de 2010

MGPIP (IV)

Buscando a Ariel.


Limpieza en Kovenhavn

Era de madrugada cuando llegaron. El plan de los controladores de Barajas para castigar a los pasajeros por no poder comprarse sus nuevos yates había dado el resultado esperado y, cuando ya salían de recoger las maletas, era lo suficientemente tarde como para haber perdido el tren que los llevaría al centro de la ciudad y, por ende, a las cercanías del hotel donde se tenían que hospedar.
Fue por ello por lo que no hubo más remedio que recurrir al taxi y a un taxista que les dió mala espina desde el principio. Él los mandó a otra parte bajo la promesa de otra parada de taxis específica para hoteles y ellos descubrieron demasiado tarde que les había engañado como un vulgar taxista español.
Afortunadamente hubo otros que se hicieron cargo y llegaron al Hotel Crown más tarde que pronto.


Tivoli

El recepcionista, con evidente enfado fruto posiblemente de tener que trabajar un sábado por la noche en vez de irse a una sauna o un leather-club, fue lo menos servicial que pudo pero eso no los desanimó. Sobre todo porque tenían tanta hambre que el desánimo no podía ir a más.
Tras instalarse levemente y descubrir que los champús se pueden derramar en las bolsas de aseo, iniciaron su periplo por la noche de Kovenhavn con más ganas que pericia y comprobaron que su instinto nunca fallaba y que volvían a estar, como siempre, en zona de putas.
Las Mamadús, así bautizadas en honor a un piano bar sospechoso cuanto menos, eran hábiles y agresivas, prácticando diligentemente tanto el toque al paquete como el pellizco al pezón con todo ser humano susceptible de tener pene (y una cartera con dinero) aunque con escaso éxito.
Tras varios intentos de conseguir un sitio para cenar, y dándose cuenta de que a la una y media de la mañana iba a ser un tanto complicado, acabaron sin saberlo en lo que sería una de sus salvaciones culinarias para todo el viaje: un Kebab.
Allí fueron advertidos por un sospechosamente simpático danés de que hubiera sido mejor quedarse en Dinamarca o irse a Suecia, pero como nuestros héroes nunca habían confiado en la bondad de los extraños, no hicieron mucho caso y planearon buscar hotel en Oslo al día siguiente.


Una fuente que daba miedito

La noche continuó sin éxito y marcharon a dormir (alguno antes que el resto) para coger suficientes fuerzas para hacer al día siguiente lo que habían venido a hacer.
A la mañana siguiente y tras inundar el baño a causa de un sumidero externo a la bañera por el que salía el agua que ésta se tragaba, subieron a desayunar a un pequeño comedor de cuyo mobiliario no cabía duda la procedencia (y no seré yo quien le de publicidad a Ikea) donde se especificaba que la comida era para consumir allí y no para hacerse bocadillos para el camino.
Tras ello, y dispuestos ya a iniciar periplo copenhaguense, bajaron a la recepción en busca de ordenador decididos a ni siquiera saludar al recepcionista. Pero como este se había ido ya a su casa (o más seguramente a buscar un cuarto oscuro) y la amable recepcionista de la mañana parecía estar satisfecha, aprovecharon para preguntar dudas mientras organizaban la siguiente parada del viaje.


Creemos que esto es el Ayuntamiento

Una vez terminados los trámites previos y bajo un cielo despejado que prometía un calor que ni se imaginaban que pudiera hacer allende las escandinavias, iniciaron su búsqueda cámara en mano porque, como siempre en los viajes, lo importante es que se note que has estado allí.
Sin parar de hacer fotos a todo lo que pareciera un edificio importante, pasaron por la estación central o Kovenhavns Hovedbanegard (con circulito arriba de la última "a", que en el teclado cristiano no viene), el Tivoli (un parque de atracciones donde millones de gentes querían entrar), el Ayuntamiento, el Hotel Palace, el National Museet, el Parlamento, las dos Óperas (la nueva, diseñada por el reverso tenebroso de Calatrava y la antigua, a estas alturas mucho más original), los ministerios y millones de Iglesias, y decidieron que la crisis del ladrillo no había llegado a Dinamarca. Por lo menos la del ladrillo rojo.


Parlamento

Diseñando un itinerario que les permitiría ir sin dar vueltas a Christiania en la tarde, subieron hacia el Botanisk Have y el Rosenborg Have, donde pudieron admirar el ladrillo rojo del Rosenborg Slot, y después encaminaron sus ya magullados pies hacia la zona objeto de su búsqueda, el Churchill Park y sus aledaños, para poder hacerse la foto con la Sirenita y así tener el recuerdo y no tener que volver nunca más a ver ladrillo rojo.
El carril bici en Kovenhan funciona, y de hecho es un carril bici de verdad y no lo que Monteserrín ha puesto en Sevilla, con lo que la parte más complicada del día fue esquivar bicicletas y pasos de cebra protegidos para conseguir llegar al parque de las narices, donde además de la Mermaid se encuentra la Ciudadela, la Iglesia de St. Alban y la impresionante fuente de Gefion, únicos motivos que pudieron encontrar nuestros héroes dado que la puta Mermaid de los cojones no aparecía por ninguna parte.


Iglesia de St. Alban y fuente de Gerion

Tras ir de un lado a otro, con los pies echando chispas y habiendo dado por visto desde lejos el Palacio Real (Amalienborg Slotsplads), encontraron un muelle donde se podía beber cerveza a precio razonable (y de oferta comprando mucho) y donde los Kovenhanienses habían ideado una playa donde tomar el imponente sol que achicharraba ese día.
Y achicharraba efectivamente porque, tras muchas cervezas con las que calmar la sed y la desesperación, la piel de nuestros protagonistas lucía como la de un escandinavo cualquiera en Playa del Inglés lo que, en última instancia y fruto de la ya más que incipiente borrachera, movió nuevamente a nuestros muchachos a continuar su búsqueda.
Desandando el camino andado para continuar en dirección opuesta y mientras alguno ayudaba al servicio de riego de parques y jardines de la ciudad, decidieron, por fin, preguntar en su estupendo inglés de Fuenla a los únicos españoles que encontraron en el camino y que tuvieron a bien informarles de que la puta Mermaid de los cojones estaba en la Exposición de Shangai y que lo que habían dejado en su lugar era "una foto y es horrorosa".


Rosenborg Slot

Sin ánimos para quejarse al Ayuntamiento y con más hambre que el perro de un ciego, continuaron con su plan original y emprendieron camino al barrio hippie de la ciudad mientras paraban a comer lo que sería otro de los descubrimientos culinarios de su viaje: el perrito caliente.
Como ni por esas se les había calmado el hambre, y a pesar del odio acérrimo a los Macarronis por parte de alguno de los miembros del equipo, siguieron consumiendo comida sana y realizando incursiones en la gastronomía típica escandinava y disfrutaron de una estupenda pizza sentados en un parque.


Ópera (la nueva)

Las calles seguían, los pies dolían más y el cerebro daba para poco por lo que, cuando llegaron a Christiania, estuvieron en el sitio más indicado. Una antigua comuna poblada de perroflautas bebiendo cervezas de marca sentados delante de sus iBook a pesar de un concierto, terminaron de convencer a algunos de que lo hippie ha pasado con más pena que gloria a la historia de la humanidad y que, por mucho circo que se haga y muy pintoresco que resulte, lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible.


Un canal

La vuelta al hotel fue un auténtico suplicio pero, a pesar de ello, parte del grupo marchó a buscar algo por la noche (aunque el extraño del día anterior ya había informado de que iba a ser para nada) mientras uno, el más sensato (o sea, yo) moría en la cama hasta el día siguiente. Y al parecer, no encontraron lo que buscaban, porque la Sirenita de los huevos seguía estando en Shangai.


viernes, 6 de agosto de 2010

MGPIP (III)

¿Y si quemamos Barajas con los controladores dentro?

Día 1.
-Total, que entonces nos vamos a Nueva Zelanda.
-Yo creo que mejor en noviembre, que hace mejor tiempo.
-¿Y quién se vendría?
-Ya veremos. [Salvation, salvation, salvation is freeeee... suena mi móvil]. ¿Sí?... Mierda.
-¿Qué pasa?
-Nos acaban de convocar una oposición. A la mierda Nueva Zelanda.

Día 24.
-¿Y al final adonde nos vamos?
-Podemos hacer la ruta transmanchuriana.
-Lo he estado mirando y eso es demasiado de perroflautas. Hay que dormir en campings mongoles y todo.
-Un amigo fue y le gustó.
-Bueno, para julio entonces lo miramos.
-Habrá que ver las salidas, si.
-Tú sabes que adonde quiero ir de verdad es a Nueva Zelanda, ¿no?

Día 45.
- No voy a poder ir. Me voy a Hong Kong y después a Brasil, no tengo tantos días. Podíamos buscar otra cosa.
-¿Escocia?
-Ya lo conozco. ¿Marruecos?
-Bastante tuve con Egipto. ¿Islandia?
-¡Ostia, Islandia, qué guay!

Día 52.
-De hecho desde Islandia podemos ir a Groenlandia, son sólo dos horas.
-Qué guay. Se lo he dicho a M. y dice que se apunta.
-De hecho podíamos ir a Noruega y de allí a Islandia.
-Si, porque dos semanas en Islandia lo mismo es mucho.

Día 62.
-Me he estado estudiando la Biblia. Para ver algo de Noruega y luego ir a Islandia necesitamos más tiempo.
-¿Y eso?
-Se tarda mucho en moverse de un lado a otro.
-Podemos entonces ir a ver los fiordos y luego al Cabo Norte.
-Guay. Empiezo a mirar billetes.

Día 67.
-He estado buscando y a Oslo sale carísimo. A Copenhague es bastante más barato y luego no está lejos.
-Podemos ir vía Gotemborg y Mälmo.
-Si, en tren, ya lo dice la Biblia.
-¿Y Finlandia?
-800 euros a Helsinki con Finnair.
-Joder.

Día 83.
-¿Qué tal el viaje?
-Bien, muy guay.
-Ya compré los billetes, salimos el 17 de julio al mediodía.
-¿Y cuándo volvemos?
-El 31.
-¿Al final vamos a Islandia?
-¿No habíamos quedado en que no?

Día 93.
-M. me ha vuelto a preguntar si nos vamos a Islandia.
-Si ya le dije el otro día.
-No se entera de nada.

Día 145.
-Tendríamos que ir cogiendo hotel.
-He estado mirando y son caros como el demonio.
-Pfff.
-Lo mismo es que lo hemos dejado mucho tiempo.
-Seguro que allí encontramos.
-Si, seguro que no hay problema. Lo que si habrá que coger para la primera noche.
-¿Cuánto habíamos dicho que íbamos a estar en Copenhague?
-¿Dos noches, no? Llegamos a las diez y media, el primer día no nos va a dar lugar.

Día 174. 13:15. Aeropuerto de Gran Canaria.
-S. se ha quedado dormido.
-Da igual, yo he ido antes a preguntar y me han dicho que hasta dos horas antes de la salida no nos dejan facturar. ¿No ves como los guiris están formando ya una cola?

Día 174. 15:30.
-Somos los únicos españoles del vuelo.
-Y vienen todos de resaca, así que no podemos ni hablar alto.
-Podían bajar un poco el aire acondicionado.
-Y el volumen de la megafonía. ¿Qué están diciendo?
-Que hay problemas con el tráfico aéreo y que todavía no despegamos.
-Ya venían todos los vuelos retrasados de Madrid.
-¡Me cago en los muertos de los controladores aéreos!

martes, 3 de agosto de 2010

Me gasté un pastizal para ir de perroflauta (MGPIP) (II)

Not in Norway.


Veinte cosas que no se pueden hacer en Noruega:

1. Dormir en un buen hotel sin una Visa Platino.

2. Comer en un buen restaurante o café sin una Visa Platino.

3. Beber copas en un local sin una Visa Platino.

4. Beberte una cerveza en público, si no estás en una terraza a la que hay que acceder con la Visa Platino.

5. Cenar en un japonés sin un crédito de la Reserva Federal norteamericana.

6. Ir de un lugar a otro en menos de tres medios de transporte y ocho horas de viaje.

7. Quejarse sin que amenacen con llamar a la Politi.

8. Decir que no entiendes el inglés con acento noruego sin que te traten como un retrasado.

9. Apuntarse los puntos de la Iberia Plus o la Spanair o la... por más que vayan con compañías de UanUor.

10. Buscar señales (bueno, si se puede hacer, pero es inútil).

11. Ir a hacer una excursión por el campo sin que haya peligro de desbarrancarse.

12. Hablar alto sin que te llamen la atención.

13. Reírte en alto sin que te llamen la atención.

14. Hacer el tonto en un autobús sin que te llamen la atención.

15. Encontrarte gente guapa por la calle sin buscar por todos lados.

16. Esperar que te pidan disculpas cuando te empujan.

17. No ver fiordos por todas partes.

18. Esperar que no haya cola en las oficinas de información turística.

19. Esperar que las oficinas de información turísticas estén abiertas cuando llegan los turistas.

20. No ver perroflautas.

lunes, 2 de agosto de 2010

Me gasté un pastizal para ir de perroflauta (I)

Norway.


Población: 4.858199


Superficie: 323.782 km2.

Densidad de población: 16 habitantes/km2

Tasa de natalidad: 1'96.

Esperanza de vida: 80 años.

Fumadores: 20%.

Sobrepeso/Obesidad: 27%.

Moneda: Corona noruega, Krone o NOK. Un euro: aproximadamente 8 NOK.

Nivel de vida más alto de europa.

Perrito caliente: 16-40 NOK.

Hamburguesa: 50-195 NOK.

Cerveza: precio medio de la pinta 69 NOK.

Habitación doble de hotel de tercera: 795-1095 NOK.

Habitación doble en Hostel: 500-600 NOK.

Cantidad de perroflautas que visitan el país anualmente: en torno a los 2000000.

Cantidad de personas respetables que debido el nivel de vida son obligados a ir de perroflautas: de momento 3, entre los que me encuentro.