Lema del día: Nadie se da nunca cuenta de cuál es el primer pie que pone en el suelo.
Tenía muchas ideas para la actualización de hoy, pero después de quedarme traspuesto se me han ido todas de la cabeza. A donde no se. Como se hayan ido de vacaciones este blog va a sufrir mucho.
Llevo todo el día de mari en casa, haciendo de comer, poniendo lavadoras, y vistiendo la cama de invierno, ya que, después de dos meses pasando frío por la noche, me parecía que iba siendo hora. Y así, con la falta de costumbre, terminas reventado. Hoy había quedado para salir, y me lo estoy pensando. Es lo que tiene la siesta, que te deja para seguir tirado dos días más. Estoy pensando más lento de lo normal, lo propio de cuando te levantas de un sueño interrumpido, y estoy más torpe que de costumbre con las manos, con lo que no se ni el tiempo que voy a tardar en escribir esto, volviendo y revolviendo para corregir faltas ortográficas. Si se me escapa algo, me lo perdonais.
En realidad pensaba hablar de los sueños. Me preocupa el que últimamente no me acuerde de casi ninguno. Y los pocos de contenido tan confuso que no me entero de nada. Hoy he logrado acordarme de uno que estaba protagonizado por gente que no conocía de nada (al menos no recuerdo tenerlos en mi memoria), y que se dedicaban a comerse la boca, no puedo recordar con qué finalidad. Yo ni siquiera estaba. De los de la siesta me acuerdo algo mejor, por aquello de que creo que no me termino de dormir del todo, y de que, como lo que pongo mientras es La hora Chanante, todos son ensoñaciones de contenido erótico-festivo con Ernesto Sevilla y Pablo Chapella. Con Joaquín Reyes todavía no me ha dado, pero por el camino que vamos...
Hace unos días apadriné una niña guatemalteca. Fue terminar el proceso y aterrarme al darme cuenta de que me iba a tener que echar un novio. Después de todo el resto, y a pesar de que no estoy especialmente falto, creo que urge más echar otras cosas. Habrá que salir esta noche, y a ver si hay suerte.
Posdata: esto también son cosas de la post-siesta. ¿Qué coño hago yo contando esto?
Tenía muchas ideas para la actualización de hoy, pero después de quedarme traspuesto se me han ido todas de la cabeza. A donde no se. Como se hayan ido de vacaciones este blog va a sufrir mucho.
Llevo todo el día de mari en casa, haciendo de comer, poniendo lavadoras, y vistiendo la cama de invierno, ya que, después de dos meses pasando frío por la noche, me parecía que iba siendo hora. Y así, con la falta de costumbre, terminas reventado. Hoy había quedado para salir, y me lo estoy pensando. Es lo que tiene la siesta, que te deja para seguir tirado dos días más. Estoy pensando más lento de lo normal, lo propio de cuando te levantas de un sueño interrumpido, y estoy más torpe que de costumbre con las manos, con lo que no se ni el tiempo que voy a tardar en escribir esto, volviendo y revolviendo para corregir faltas ortográficas. Si se me escapa algo, me lo perdonais.
En realidad pensaba hablar de los sueños. Me preocupa el que últimamente no me acuerde de casi ninguno. Y los pocos de contenido tan confuso que no me entero de nada. Hoy he logrado acordarme de uno que estaba protagonizado por gente que no conocía de nada (al menos no recuerdo tenerlos en mi memoria), y que se dedicaban a comerse la boca, no puedo recordar con qué finalidad. Yo ni siquiera estaba. De los de la siesta me acuerdo algo mejor, por aquello de que creo que no me termino de dormir del todo, y de que, como lo que pongo mientras es La hora Chanante, todos son ensoñaciones de contenido erótico-festivo con Ernesto Sevilla y Pablo Chapella. Con Joaquín Reyes todavía no me ha dado, pero por el camino que vamos...
Hace unos días apadriné una niña guatemalteca. Fue terminar el proceso y aterrarme al darme cuenta de que me iba a tener que echar un novio. Después de todo el resto, y a pesar de que no estoy especialmente falto, creo que urge más echar otras cosas. Habrá que salir esta noche, y a ver si hay suerte.
Posdata: esto también son cosas de la post-siesta. ¿Qué coño hago yo contando esto?
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