miércoles, 28 de noviembre de 2007

Cuenta atrás.

Lema del día: El reloj nunca para.

Quedan 10 días.

Este fin de semana me fui a Madrid. Es una ciudad a la que, de vez en cuando, me gusta escapar. Tengo algunos amigos allí, hay tiendas donde encuentras cosas que no encuentras en ninguna otra parte de la península (quizá tan solo en Barcelona, que no conozco), y te permite disfrutar de eso tan estupendo que es el anonimato.
Cuando el ambiente te oprime, lo de ir a un sitio donde nadie te va a hacer caso si tú no quieres que te lo hagan es de las sensaciones más reconfortantes que puede tener un fóbico. Y en Madrid todo el mundo corre tanto para todo que es sencillísimo que un sevillano exiliado en Las Palmas que va caminando tranquilamente por Gran Vía o está tirado leyendo el Mondo Bruto en el Retiro pase totalmente desapercibido. A veces viene bien.
Para eso. Porque por lo demás, cada vez que voy, tengo esa impresión de la agresividad para todo, quizá influida, seguramente influida, por ese acelerador que lleva toda la población de la ciudad, que para determinadas cosas, a mi me agobia. Es lo que tiene lo fóbico.
Pero se puede respirar insignificancia. Nadie significa nada, y nadie se va a preocupar por tí. Menos las gitanas que se apostan los domingos en el Retiro. Esas no sólo se preocupan, sino que te tangan a la más mínima. A mi esta vez fueron treinta euros.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Emotividades.

Lema del día: Y lo bueno que es beber y beber cuando todo va mal (y cuando no también).

Vuelvo a estar de resaca, que últimamente es mi estado natural, y, en contra de lo que debería haber hecho, que es intentar distraerme con cosas estúpidas (es decir, echarme cuatro risas con algún capítulo ya visto de La hora Chanante), me he decidido a ver Brokeback mountain por fin. Me ha encantado (crítica o algo así en el otro blog, cuyo enlace teneis abajo a la derecha), y me he acordado, como quien no quiere la cosa, de lo bien que sienta echar unas lagrimitas de vez en cuando. Y es que hacía demasiado tiempo que no lloraba. Es lo que tiene la resaca, que te pone emotivo.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

¡A las barricadas!

Lema del día: ¡Y que no vengan unos buenos bolcheviques!

El rey se salta todo el protocolo y provoca un incidente de Estado con Venezuela (por mucho que Hugo Chavez sea impresentable), otro con Marruecos, se rumorea de él, se secuestran revistas... Y eso que es su profesión. Por eso le pagamos, el año que viene un catorce por ciento más que este, por cierto.
Y ahora, por si faltaba poco, la mayor de las hijísimas se separa de don estrafalario, sin divorciarse. Porque si se divorciaran, él no seguiría chupando del bote, claro está. Manda cojones. Ahora, además de ellos, a mantener a los novios y a sus familias. Como si saliera barato la familia nada más.
¿Para cuándo la tercera república? Voy a informarme de cómo hacer un aquelarre para resucitar a Robespierre.

martes, 13 de noviembre de 2007

Buenas acciones.

Lema del día: Todos tenemos un cupo de maldades que compensar.

Ya avancé que había apadrinado algo. No tenía claro qué. Hoy he salido de mis dudas.
Hace unas semanas, una llamada al fijo, al que, un año después, todavía no he averiguado la forma de bajar el volumen del timbre, me despertó de mi intento de letargo siestero. Un argentino pelma (lo supongo así, porque los uruguayos hablan igual, pero muchísimo menos) en nombre de World Vision, que me vendió un apadrinamiento de un niño/niña de alguna nacionalidad subdesarrollada. En pleno estado confusional, falto de cariño, y esperando que el argentino pelma callara de una vez, le dije que sí a todo, y resulta que ahora hay un alma que depende de que no me quede sin trabajo. El argentino sin embargo, dando rienda a su patriotismo, no calló, a pesar de mi rendición sin condiciones, hasta un cuarto de hora después.
Hoy me llegó la carta de apadrinamiento. Te mandan una foto, unos cuantos datos, y te piden que le mandes cartitas al apadrinadito en cuestión. Pues bien, resuelta la duda, he apadrinado a una niña llamada Apple Grace (que nada tiene que ver con el Strudel), tiene ocho años, es filipina, y, a juzgar por la foto, sería la delicia de cualquier tropel de pederastas de aquí a Nueva Zelanda. Ahora ya puedo sentirme mejor persona, sabiendo que mi dinero servirá para que cuando la niña termine en un burdel en Manila, por lo menos sea en uno de categoría donde pueda lavarse entre cliente y cliente. Otra razón más para poder dormir tranquilo.

P.D.: Después de releer lo escrito, no me extraña que haya mucha gente que no aguante mis bromas. En el futuro a lo mejor intento ser un poco menos cínico.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Mundos fascinantes: los taxistas.

Lema del día: El empeoramiento no tiene límites.

Hoy hablaremos del taxi. No del coche, sino del gremio. Uno es mucho de taxis (cada vez que me da por andar, mi cuenta corriente sube como la espuma) y lleva ya mucho taxista a sus espaldas, pero es un gremio con una congregación de trabajadores que jamás me dejará de sorprender.
Desde los que directamente te cuentan su vida, los que están en perpetua lucha con la humanidad, los que escuchan la COPE, los nazis, los colgados... Son toda una especie. Alguna vez me ha tocado uno agradable que no me ha hablado en todo el camino, como debe ser. Pero cada vez es más difícil.
Mis últimas adquisiciones son un hippie trasnochado que me cayó de puta madre, y con el que me quedé con las ganas de tomarme una cerveza, un colgadillo que no permitía fumar en el taxi, pero acababa de tirar el porro (se olía y se veía), y que me tuvo un cuarto de hora frente a casa mientras me recomendaba guías espirituales-brujos... y el de anoche.
Cuando ya pensaba que lo había visto todo, nos montamos en el taxi camino de casa, y nos toca un taxista beato que iba escuchando un discurso de Juan Pablo II ¡¡a las cuatro de la mañana!!. Si es que, como dice el torero, hay gente pa' to'.
Yo últimamente, ando cabreado con todo y con todos. Por eso me planteé lanzarme a la carretera... pero como sigo sin saber cuando abren mi autoescuela... tendré que esperar. ¿Qué diría yo mismo de mi mismo como taxista? ¿A qué huelen las nubes? ¿Por qué los domingos por la tarde son tan tediosos? Estas, y otras preguntas, probablemente nunca reciban contestación.

Parecidos razonables

Lema del día: Un político es aquel que jamás reconoce las evidencias.



¿o no?



sábado, 10 de noviembre de 2007

Rumiaciones oníricas.

Lema del día: Nadie se da nunca cuenta de cuál es el primer pie que pone en el suelo.

Tenía muchas ideas para la actualización de hoy, pero después de quedarme traspuesto se me han ido todas de la cabeza. A donde no se. Como se hayan ido de vacaciones este blog va a sufrir mucho.
Llevo todo el día de mari en casa, haciendo de comer, poniendo lavadoras, y vistiendo la cama de invierno, ya que, después de dos meses pasando frío por la noche, me parecía que iba siendo hora. Y así, con la falta de costumbre, terminas reventado. Hoy había quedado para salir, y me lo estoy pensando. Es lo que tiene la siesta, que te deja para seguir tirado dos días más. Estoy pensando más lento de lo normal, lo propio de cuando te levantas de un sueño interrumpido, y estoy más torpe que de costumbre con las manos, con lo que no se ni el tiempo que voy a tardar en escribir esto, volviendo y revolviendo para corregir faltas ortográficas. Si se me escapa algo, me lo perdonais.
En realidad pensaba hablar de los sueños. Me preocupa el que últimamente no me acuerde de casi ninguno. Y los pocos de contenido tan confuso que no me entero de nada. Hoy he logrado acordarme de uno que estaba protagonizado por gente que no conocía de nada (al menos no recuerdo tenerlos en mi memoria), y que se dedicaban a comerse la boca, no puedo recordar con qué finalidad. Yo ni siquiera estaba. De los de la siesta me acuerdo algo mejor, por aquello de que creo que no me termino de dormir del todo, y de que, como lo que pongo mientras es La hora Chanante, todos son ensoñaciones de contenido erótico-festivo con Ernesto Sevilla y Pablo Chapella. Con Joaquín Reyes todavía no me ha dado, pero por el camino que vamos...
Hace unos días apadriné una niña guatemalteca. Fue terminar el proceso y aterrarme al darme cuenta de que me iba a tener que echar un novio. Después de todo el resto, y a pesar de que no estoy especialmente falto, creo que urge más echar otras cosas. Habrá que salir esta noche, y a ver si hay suerte.
Posdata: esto también son cosas de la post-siesta. ¿Qué coño hago yo contando esto?

martes, 6 de noviembre de 2007

Y no se ni la hora que nos dió.

Lema del día: La cultura me persigue, pero yo soy más rápido.

Hoy he recordado esta sentencia, que no es nueva, pero si viene al pelo. La vi escrita hace un tiempo en La bodeguita del medio (nunca se si es "del medio" o "de en medio") en Madrid. Pero tampoco es original. Es lo que tenemos los graciosos, que nos copiamos unos a otros.
Ahora que me ha dado por volver a cultivarme, tanto tiempo después, leit-motiv fundamental de que haya empezado la escritura del otro blog, me vuelvo más sociable. Siempre tuve fases en que salía de lo fóbico habitual (habrá alguno que lo calificará de borderío, pero es mentira) y me convertía en un ser encantador con todo el mundo, miraba a la cara y saludaba a todo el que lo hiciera, en vez de ir por la calle como si la humanidad en pleno no existiera. Lo malo es que ahora no me viene bien. Ahora me vendría bien continuar con la época de barbecho social, para poder así dedicarme a ver cosas interesantes y actualizarme diariamente. Lo bueno que tiene ser fan del cine de frikis, es que, de momento, puedo llevar las actualizaciones del otro blog con cierto desahogo, me quedan temas para rato, pero sí que me apetecía seguir por el camino ya a punto de asfaltar, y no desviarme por otro que, sin embargo, le viene mucho mejor a mi salud mental. Claro que yo nunca he dicho que quiera curarme.

sábado, 3 de noviembre de 2007

Mundo bloguero.

Lema del día: Lo que hace el aburrimiento.

En realidad, debería estar planchando. Es uno de los motivos, aparte de la resaca y de tener que hacer de comer, por la que no he ido a un asadero que organizaban los amiguitos. Pero en vez de eso, estoy cambiando los contadores de las páginas. Te dicen la gente que te ve, las páginas que visitas, hay algunas que hasta de dónde son los amiguitos que entran en tu página... El mundo de los blogs es fascinante. Lo que si me planteo es que, si se necesita tanto tiempo para hacer lo más mínimo, empezando por las actualizaciones más o menos diarias, ¿en serio es esto una forma de relacionarse, o debería considerarse una afición dentro del espectro autista? Se aceptan respuestas. Voy a ver si plancho.

viernes, 2 de noviembre de 2007

El sentido de la arena

Lema del día: Nunca es tarde para desechar una virtud.

A pesar de las formas, en apariencia muchas veces, alocadas, siempre me destaqué por la sensatez a la hora de moverme y de tomar decisiones. Casi todos lo sabeis, y, a juicio de muchos, uno de mis puntos fuertes siempre fue el sentido común. Pues resulta que, a medida que me acerco a los treinta, y a poco más de un mes vista para que llegue la fatídica fecha, me acabo de dar cuenta de que ese sentido, que siempre guió mis pasos, cada vez tiene menos presencia en mi vida y en mis decisiones.

No se si es malo, pero bueno del todo tampoco, el que cada vez tenga menos sentido de los límites y la mesura. Como ya he dicho, creo que tiene que ver con la crisis de los treinta, crisis en la que estoy inmerso desde antes de cumplir los veintinueve, pero el caso es que, tras años de barbecho en lo emocional, cada vez me desbordo más y mis comportamientos se vuelven más infantiloides. Tiene que ver, como en toda crisis etaria, con ese sentimiento de lo que se dejó de hacer, que en mi caso fueron muchas cosas, y esa sensación de tiempo perdido que quieres recuperar antes de que llegue la fecha designada, y probablemente en los primeros tiempos de superarla también. Y me refiero al hecho de, o bien comportarse y querer hacer lo que no hiciste con veinte años, o bien revivir escenas de ese pasado en que había menos dudas de que te rondara la juventud, pero cuando el paso del tiempo, y de los años, no te permite realizarlos como entonces. No hay cuerpo que aguante las mismas barbaridades diez años después, a no ser que sea con la ayuda de la química.

Si a los hechos nos remitimos, cada vez estoy más desarretado. Y eso en sí no sería malo, si no fuera porque, como ya he dicho, ni mi hígado ni mi cabeza tienen veinte años. Han cumplido unos cuantos más y llevan mucho corrido como para no pasar factura. Todavía me queda para aquello de actuar sin pensar en todo momento, pero lo hago con frecuencia. He perdido gran parte del raciocinio, y lo hecho de menos. Al menos mi estado general. Quizá debiera dejar por fin de beber. Pero no será hoy. Lo único que espero es no perder nunca el sentido de la arena.