domingo, 24 de mayo de 2009

Muerte al rosa palo

Lema del día: En ocasiones veo horteras.

Se acerca el verano, el calor, y la moda veraniega. Dentro de ella hay un par de colores que tuvieron su difusión anterior entre las maricas playeras, aunque previamente siempre fueron oficiales de Semana Santa: el rosa y el amarillo palo. Quizá porque lo tenga asociado a dichas fechas, son colores que me ponen de mala hostia, son la negación del color, es el intentar no pasar desapercibido a costa de lucir palmito con unas cosas horrendas de colores que pretenden no dar que hablar y que pueblan las estanterías de las tiendas de nuestras costas. El color desaparece (ahí está nuestra recuperación perpetua del negro), pretendiendo dar una imagen de serenidad que es sólo eso, imagen.
En ese mismo sentido, y a esto era a lo que quería llegar, comienzo a recibir en casa propaganda respecto a las Elecciones Europeas. Lo increíble, pero cierto, es que el marketing parece hacer lo mismo que con la ropa. Los dos principales partidos del país, de quienes me han llegado unas cartas muy monas que ya he depositado donde deben estar, en la urna de la basura, se recatan en su rojo y azul habitual con un más que probable interés de hacer menos agresiva la imagen de la campaña. Pero quien se lea las octavillas que acompañan dichos tonos apagados, cosa que casi nadie hace, podrá ver que la imagen es eso, imagen, la imagen de quien quiere dar una imagen y no cambia un ápice su discurso.
El PP culpa de todo al Gobierno de Zapatitos y grita "¡que vienen los rojos!" a la vez que glorifican un gobierno, el del amigo de Bush, por culpa de cuya política económica estamos como estamos. Los del PSOE, partido que hace muchos años ya ni es socialista ni obrero, gritan "¡que viene la derecha!" y achaca todos los males económicos a una política que ya inició Felipe González antes de que el amigo de Bush llegara al poder. Todos cumplen con la imagen de estar enfrentados cuando analizando la situación, lo que han hecho unos y otros no se diferencia tanto. Programa no traen, por supuesto, porque ahí si que se podrían ver las similitudes, y porque para qué tener que disfrazar lo concreto cuando con menos esfuerzo y lanzándose las mismas pullas de siempre obtendrán idénticos resultados.
El PP va a las europeas como si fuera a las generales, y el PSOE va de sobrado con su progre-talante que ha quedado, una vez más, en pura imagen. Con poder mandar a mucha gente a chupar del bote a Bruselas es más que suficiente: España pagará 50 representantes en la Corte Europea, porque supongo que sus sueldos no saldrán de la nada, digo yo. ¿Para lo que se decide en Europa hace falta tanta gente? ¿Con menos no se arreglarían y sería más barato? Dado lo que cuesta, podríamos hacer que esta medida fuera otra de esas banales medidas anti-crisis que consisten en inyectar dinero en los mismos bancos por cuyo afán de enriquecimiento estamos como estamos. Lo gracioso es que esta frase viene, más o menos, parafraseada del mismo folleto panfletario del PSOE, el mismo que ha destinado nosecuantitos mil millones de euros para rescatar a la banca en caso preciso, mientras cada vez ponen más trabas a la concesión de pensiones (contributivas o no, y eso lo se de primera mano).
Hace tiempo que dejé de ir a votar como método de protesta. En cualquier democracia civilizada, el que casi la mitad de la población censada no ejerza su derecho al voto (lo que ya ocurrió en las anteriores europeas) sería un punto de inflexión, un hecho que haría que sus mandatarios se planteasen el sistema de gobierno y el descontento de su pueblo en general. Pero estamos hablando de civilización. En este país, que toma como modelo al amigo americano, donde hay que inscribirse para votar, estamos muy lejos de eso, como en todo el mundo occidental. Y con seguir chupando del bote mientras nos regalan trajes, nos da.
Este año tampoco iré a votar, de hecho estoy de viaje y aunque quisiera, llego lo suficientemente tarde como para no planteármelo. Pero si lo hiciera, también como medida de protesta, lo haría vestido de rosa palo de los pies a la cabeza. Y quien quiera entender, bienvenido sea.


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