domingo, 1 de marzo de 2009

En tierra extraña

Lema del día: Es malísimo dormir dos horas.

Siempre me consideré un poco extranjero. Tiene que ver con esa dificultad para identificarme, que no viene de otra cosa que no sea ese miedo que siempre tengo a fusionarme y no poder escapar del sitio donde me encuentre en ese momento. Es ese mismo miedo que ha convertido en ocasiones mi vida afectiva en un desierto yermo e inhóspito, enterrando la cabeza en la arena antes incluso de haber dado la oportunidad de comenzar. Pero no es exclusivo, es una forma de vida. Con el tiempo he llegado a la conclusión de que no es ni mejor ni peor, pero es la mía, y ni me apetece ni se cómo cambiarla.
Uno de mis signos de identidad, precisamente, es el estar no del todo a gusto, el vivir instalado en la queja. De dónde trabajo, de dónde vivo, de dónde viví... de algún sitio sale el título de este blog. Se que nunca voy a encontrar mi lugar en el mundo, no mientras siga siendo yo. Y lo tengo más claro cada vez que voy a Sevilla.
Siempre me pongo un poco melancólico en estos casos, siempre echo de menos muchas cosas. Pero es poner pie en Hispalis e irse toda la idealización por tierra. Claro que incluso esta vez estaba ya previamente en los subsuelos. Al final de una ciudad donde he estado viviendo once años, y que ya desde mi infancia era mi segunda casa, sólo me quedo con la gente que dejé y con sitios que ya no son como eran antes o directamente han desaparecido. Sevilla me parece, y lo es cada vez más, una ciudad pagada de sí misma, que sólo mira su ombligo y no es capaz de ver más allá de ella. Hay una defensión de los valores "sevillanos" que lleva a eliminar de lo colectivo cualquier referencia extraña, cualquier referencia externa. Como me he cansado de repetir, cada vez está más cateta, y desde que me fui lo noto más.
El problema viene no ya cuando los amigos que dejaste te preguntan que cuándo voy a volver (llevo escuchándolo tres años) y tengo que responderles que no tengo intención ninguna. El problema viene cuando alguno de esos mismos amigos dejan de preguntártelo, y no ya solo eso, sino que hacen planes presuponiendo que vas a continuar eternamente en las islas. Cuando uno es culo inquieto, cuando ya los amigos canarios me echan en cara lo godo que estoy últimamente, el que los que te conocen tengan esperanza de que no vas a cambiar a mi me preocupa. Me preocupa porque quizá sea verdad que no vaya a salir de aquí, quizá porque de momento no tengo intención de salir de aquí, quizá porque me esté apalancando... pero si que se que esta no es mi ciudad. Ni ninguna otra que haya conocido. Ni ningún sitio. Siempre estaré en medio de ninguna parte, viva donde viva, trabaje donde trabaje, esté como esté. Aunque haya llegado a la conclusión de que quizá no haya que comerse tanto la cabeza. Quizá, y lo dije al principio, necesito el inconformismo para sentirme bien. Porque la verdad es que lo estoy. Y al fin al cabo el sitio de uno es donde uno se encuentre bien.


3 comentarios:

dvd dijo...

No te equivoques que me enfado... Son las personas las que están pagadas de sí mismas y hacen gala de su catetismo ilustrado. Algunas personas, a las que conozco a leguas, a las que se les ve en cuanto abren la boquita.
Es cierto, esta ciudad es infierno y paraíso, pero por culpa de algunos. Yo, casi sin pretenderlo, intento no ser así. Lo otro me da lástima y un poco de rabia, la verdad.

Groupiedej dijo...

Pero una ciudad se compone de individuos, querido... y es a eso a los que me refiero. Yo me estuve resistiendo a convertirme en uno más todo el tiempo y finalmente opté por la huida, que es el único que me merecía la pena.
He dormido dos horas hoy, no me tomes demasiado en cuenta...

Anónimo dijo...

Creo que estás teniendo un acceso de clautrofobia insular agudo. Lo he visto en muchos de los que me rodean, yo misma lo padezco muy a menudo. Siempre me prometo que me marcharé, pero me quedo. Demasiadas raices, demasiado hondas y demasiado entremezcladas con miles de pequeñas ramas de estas 7 celdas.

Piensa que estás donde quieres estar y porque quieres, parece una obviedad, pero no lo es.