martes, 16 de diciembre de 2008

Ya llegan...

Lema del día: No tengo el chichi pa farolillos.

Se acercan, ya están aquí... aunque Cortylandia ya no es lo que era, afortunadamente. Pero da igual, la imaginería colectiva da para cosas aún peores. Váyanse a los saldos, cómprense cuadros escoceses en rojos y verdes, mucho plateado y mucho rojo brillante, un par de botes de pintura en plata, y un par de ángeles escultóricos y tendremos como resultado esto que a continuación les muestro:

Estuve a punto de llevarme un ángel para ponerlo en mi baño, pero no me cabía en el bolso, con lo que opté por un cenicero y por arrancar parte del fruncido plateado que sujetaba los cuadros escoceses a los sillones, cosa que no pude sustraer completamente porque los decoradores, estratégicamente situados frente a mi terminando tamaña obra maestra me miraban con cierta ansia asesina, y preferí salvar mi vida en acto de miserable cobardía.

Afortunadamente, en un alarde de mal gusto, me quedo con este video que gracias a ese gran programa que es El intermedio (y evidentemente a youtube, de donde lo he sacado) se debería convertir en la felicitación navideña por antonomasia de este año.



Se me ocurren millones de chistes, que no haré aquí por dos motivos:
1) La edad del protagonista, que puede hacer que me persigan por pederasta, y cuando a uno le empiezan a tirar los cuarentones nada más lejos de la realidad.
2) y a que no quiero quedar como el cerdo que soy.

Dejo claro que esto es lo más parecido a una felicitación navideña que va a pasar por este blog. Lo digo por si alguien espera blandenguerías coincidiendo con estas fechas. Ya lo dije en la primera entrada: eso aquí no es, y mucho menos ahora que parece que toca. Eso sí, a los pocos que me seguís, un abrazo, se os quiere (en algún momento habría que decirlo).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Llevo un buen rato hipnotizada con la primera foto.

Semejante obra de arte está desaprovechada esa fría terraza. Además, la salitre acabará por deslucirla.

Voy a echarle otro vistazo, no puedo parar de mirarla.
Es como arrancarte una costrita del brazo, duele y desagrada pero no puedes evitar hacerlo.


Por favor, que alguien mate al decorador.


Voy a mirarla una vez más. Me va la marcha.