La última boda del año (la última a la que pienso ir, por si acaso llueven más invitaciones) ha dado para mucho. Ya he dicho que no voy a dar crónicas de las mismas, pero el fin de semana dio para más de lo que esperaba.
En realidad, cuando iba el viernes camino del aeropuerto, se me ocurrió que podría hablar de mi debilidad por los uniformes (uno es muy mariquita para ciertas cosas). Pero como contar fantasías sexuales de como me podrían sodomizar una pareja de guardias civiles buenorros puede escandalizar a los amigos puris, por mucho que los conceptos "guardias civiles" y "buenorros" sean, salvo honrosas excepciones, casi antagónicos, he decidido hacer otra cosa.
La culpa la han tenido los amiguitos, que, por fin, son lo único que me queda en Sevilla (aunque alguno esté en la playa). Tras meses sin saber nada de nadie, que es mi motus operandi habitual, como todos sabéis, me he vuelto a reencontrar con mucha gente, y he cometido muchos excesos (algunos de ellos muy socorridos y muy necesarios), que es lo que me pasa siempre que la afectividad se desparrama. Lo de la insulina no es coña. El nivel de endulzamiento generalizado era para el empacho continuo. Afortunadamente hay escapatorias para no estar teniendo que escuchar cosas bonitas de uno mismo, cosa que a mi me pone muy nervioso, por mucho que todo lo bueno que se diga de mi sea verdad, todos sois conscientes de ello. He llegado a la conclusión de que si no estoy bueno no es por vagancia, sino porque sería injusto para el resto de la humanidad. Hay que dejar algo para los demás.
Me he dado cuenta de que cada uno tenemos maneras distintas de hacernos mayores. Mientras algunos aprovechamos para hacer todo lo que no hicimos en la adolescencia (como dicen en South Park, hay un sitio y un lugar para todo, y eso es en la universidad), otros se vuelven bastante más tiernos con el consiguiente aumento de pegajosidad en el entorno. Me sigue sorprendiendo que haya determinada gente que se emocione, tanto tiempo después, porque estés lejos. Yo ya volví a chaparme, y me molesta la catarsis en general, y más si tiene que ver conmigo en particular. Así que salgo huyendo.
Hay gente que no he podido ver, por aquello de las vacaciones, y no se si alegrarme, porque no hubiera tenido estómago para tanto dulce. Sabéis mis teléfonos, algunos de mis correos... así que podéis dar señales de vida cuando queráis...
Lucía y Santi me aconsejaron que hiciera una revisión de grupos-cantantes que hubiera que conocer por algún motivo u otro. Es una de las cosas que tengo pendiente para estos días de paz y tranquilidad sin bodorrios a la vista. Pero primero tengo que repasar para no dejarme nada que conozca. Si sabéis de grupos interesantes, en el sentido de divertidos, cachondeables, frikis... me lo mandáis al mail, por favor, para poder hacer la selección completa.
No se quien me sugirió también algo, que no recuerdo. Así que se aceptan sugerencias sobre lo que hablar. Las fantasías sexuales con los guardias civiles no pienso escribirlas aquí, aviso.
A todos los que sabéis que os las tengo que dar, muchas gracias por todo.
Dios!!!!!! Lo que habéis conseguido. Os odio.
En realidad, cuando iba el viernes camino del aeropuerto, se me ocurrió que podría hablar de mi debilidad por los uniformes (uno es muy mariquita para ciertas cosas). Pero como contar fantasías sexuales de como me podrían sodomizar una pareja de guardias civiles buenorros puede escandalizar a los amigos puris, por mucho que los conceptos "guardias civiles" y "buenorros" sean, salvo honrosas excepciones, casi antagónicos, he decidido hacer otra cosa.
La culpa la han tenido los amiguitos, que, por fin, son lo único que me queda en Sevilla (aunque alguno esté en la playa). Tras meses sin saber nada de nadie, que es mi motus operandi habitual, como todos sabéis, me he vuelto a reencontrar con mucha gente, y he cometido muchos excesos (algunos de ellos muy socorridos y muy necesarios), que es lo que me pasa siempre que la afectividad se desparrama. Lo de la insulina no es coña. El nivel de endulzamiento generalizado era para el empacho continuo. Afortunadamente hay escapatorias para no estar teniendo que escuchar cosas bonitas de uno mismo, cosa que a mi me pone muy nervioso, por mucho que todo lo bueno que se diga de mi sea verdad, todos sois conscientes de ello. He llegado a la conclusión de que si no estoy bueno no es por vagancia, sino porque sería injusto para el resto de la humanidad. Hay que dejar algo para los demás.
Me he dado cuenta de que cada uno tenemos maneras distintas de hacernos mayores. Mientras algunos aprovechamos para hacer todo lo que no hicimos en la adolescencia (como dicen en South Park, hay un sitio y un lugar para todo, y eso es en la universidad), otros se vuelven bastante más tiernos con el consiguiente aumento de pegajosidad en el entorno. Me sigue sorprendiendo que haya determinada gente que se emocione, tanto tiempo después, porque estés lejos. Yo ya volví a chaparme, y me molesta la catarsis en general, y más si tiene que ver conmigo en particular. Así que salgo huyendo.
Hay gente que no he podido ver, por aquello de las vacaciones, y no se si alegrarme, porque no hubiera tenido estómago para tanto dulce. Sabéis mis teléfonos, algunos de mis correos... así que podéis dar señales de vida cuando queráis...
Lucía y Santi me aconsejaron que hiciera una revisión de grupos-cantantes que hubiera que conocer por algún motivo u otro. Es una de las cosas que tengo pendiente para estos días de paz y tranquilidad sin bodorrios a la vista. Pero primero tengo que repasar para no dejarme nada que conozca. Si sabéis de grupos interesantes, en el sentido de divertidos, cachondeables, frikis... me lo mandáis al mail, por favor, para poder hacer la selección completa.
No se quien me sugirió también algo, que no recuerdo. Así que se aceptan sugerencias sobre lo que hablar. Las fantasías sexuales con los guardias civiles no pienso escribirlas aquí, aviso.
A todos los que sabéis que os las tengo que dar, muchas gracias por todo.
Dios!!!!!! Lo que habéis conseguido. Os odio.
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