domingo, 6 de febrero de 2011

La tiranía de lo correcto

Lema del día: Últimamente me paso demasiado tiempo cabreado.

Supongo que ya estarán al tanto, y si no debieran estarlo, del tema Vigalondo. No porque en si debiera tener demasiada importancia, sino por lo que trasciende de él. Para el que haya estado metido en una burbuja esta última semana, les haré un breve resumen.
Nacho Vigalondo, entre otras cosas director de cine, hizo un chiste el viernes pasado en su cuenta de Twitter. El chiste versaba sobre el grado de mesianismo al que llegaban algunos tras comprobar su popularidad y que los llevaba a opinar de los más diversos temas incluso mostrando toda su ignorancia (a modo casi premonitorio de lo que haría días después David Bisbal con sus declaraciones sobre Egipto y que ha generado uno de los más divertidos temas de discusión del portal).
Claro que eso es lo que pudimos ver en primera línea aquellos (parece que cada vez menos) que nos molestamos en intentar entender TODO lo que se lee.
El caso es que el chiste hacía referencia a la negación del Holocausto como parte de la imbecilidad del mundo en un primer asalto, continuando (los cientocuarenta caracteres dan para lo que dan) con una posterior teoría acerca del la bala que mató a Kennedy, que por cierto, se ignoró totalmente.
Vigalondo escogió esos temas como bien habría podido hablar de la Guerra Civil o de la División Azul, porque lo importante no era eso, pero en este mundo en el que estamos cada vez más preocupados por buscar el más mínimo indicio que nos permita echarnos los perros unos a los otros en aras de conseguir pertenecer a algo y tener notoriedad (cada uno que se apunte al grupo que quiera), no tardaron en llegar insultos por "negacionista" de parientes de alguien que murió en el Holocausto o de alguien que conocía a alguien que es pariente de alguien que murió en el Holocausto o, y esto es lo verdaderamente preocupante, mentes bien-pensantes en general.
Porque lo primero podría ser razonable, todos tenemos temas que nos tocan en lo más profundo y podemos no terminar de ver qué es lo que nos están tratando de decir, pero lo segundo no tiene ni tendrá justificación alguna.
La moral y la ética se van estableciendo en una sociedad de forma natural y en base a los cambios que en ella se producen, pero su contenido en cuanto a la individualidad (las creencias morales de cada persona) no se pueden imponer de forma tajante y vinculante simplemente porque no es así como se forma, sino de las creencias que cada persona, individualmente, posee sin tener porqué que ser idénticas, ni siquiera parecidas, a la opinión generalizada. El límite de las acciones lo pone la ley, que va cambiando posteriormente a los cambios en pensamiento y ahí el poder lo tienen los jueces. El pensamiento no puede ser limitado, aunque algunos lo pretendan.
Así, mientras no se encuentran formas de lavado de cerebro en masa, todo el comportamiento de estos "Guardianes de la Moral" que van por el mundo diciéndonos a todos lo que podemos pensar y/o decir como si fuéramos imbéciles y ellos tuvieran la verdad absoluta se antoja básicamente deleznable.
Lo era cuando lo hacía el Estado y la Iglesia (no hace tantos años) y sigue produciendo eccemas cada vez que esta última colea en medios audiovisuales. Lo curioso es que muchos de los que se quejan de que una institución que ha mantenido un poder casi ilimitado durante siglos y siglos muerda como las barracudas cuando advierte que ese poder ha mermado, son los mismos que ahora, sin vergüenza alguna, han ocupado su lugar de dadores de valores y jueces de lo correcto, en este caso desde el graderío de lo "progresista" y lo "igualitario" y lo "[insertar todas las estupideces que se repiten en cualquier comparecencia de La Ínclita o de La Churretosa]", sin hacer primero el primer trabajo que tiene que hacer un juez y que consiste en algo tan simple como en saber a quién se juzga y tener en cuenta los hechos al completo y no partes desmembradas convenientemente de los mismos.
Para ellos además, como método también de captar fieles y adoctrinarlos, el grupo PRISA y especialmente el diario El País, otrora "Diario independiente de la mañana" y actualmente "Diario Dependiente de quien le enmiende la torta", se ha convertido en el adalid mediático de ese pensamiento único que tiene la doble moral como signo inequívoco, siendo capaz de justificar el humor de Gervais en los Globos de Oro y titular "No pongan corsé al humor" y, dos semanas después y a pesar de que el director ha rectificado, justificado, pedido perdón y explicado muchas más veces de las necesarias un chiste que no necesitaba explicación alguna, eliminar la campaña publicitaria que este mismo director había realizado para el periódico y cerrar el blog que tenía en él porque, como bien titula hoy la Defensora del Lector de ese mismo periódico "Ninguna broma con el Holocausto".
Como ya digo, el tema no tendría que haber tenido la más mínima importancia pero la tiene precisamente por lo que acabo de exponer. Parece que en un país que se jacta de tener tantos universitarios que se los rifan en Alemania (porque de hecho son tantos que nunca va a ser posible que todos ellos tengan el trabajo para el que se formaron en este país, aunque por eso no se pelea nadie) a la vez estemos teniendo que ser guiados "espiritualmente" (porque es eso por más que lo quieran disfrazar de otra cosa) por toda una panda de señores que depositan en unas creencias determinadas el peso de sus personalidades catalogándose como tales.
Mantengo desde hace tiempo la teoría de que este problema tiene dos bases fundamentales, aunque no únicas. La primera tiene que ver con la inmadurez aprendida que poco a poco va calando en la sociedad y que hace que el número de intentos de suicidio (la mayoría por las más absolutas banalidades) haya aumentado de forma alarmante en los últimos años(es lo que tiene aprender que no podemos tolerar frustraciones) y que trae, como otra de sus consecuencias, la búsqueda del rol de grupo al que me refería antes.
Rol de grupo que toma su base en la tergiversación de los conceptos (y el mensaje) de los movimientos que luchaban por derechos (llámese feminismo o nacionalismo, por ejemplo) y que, a modo de tribus urbanas de los que ya no quieren permitirse ir de góticos porque entonces quedaría claro que nunca pasaron la adolescencia, se han convertido en militantes de la intolerancia y luchadores irracionales de la discriminación al prójimo (el término "feminazi", acuñado desde varios foros no necesariamente derechistas, se ha convertido en uno de los más acertados para expresar ese mismo afán) que aprovechan cualquier debilidad del conciudadano para atacarle hasta hacerle sangrar como si fuera su vida en ello. Claro que cuando uno cimenta su persona en una ideología, le va, efectivamente.
Pero no podemos dejar pasar por alto una segunda cosa, mucho más importante y que termina fomentando y dando alas a todos estos grupúsculos. Desde hace muchos miles de años los poderosos se dieron cuenta de algo que el refranero español recoge magníficamente en el simple "Divide y vencerás". Valía lo mismo para una revuelta, para una guerra o para hacerse con ese mismo poder, y desde hace ya muchos años hay Estados supuestamente democráticos que lo fomentan. Echen un vistazo a la parrilla estadounidense de televisión, por ejemplo, y a cómo los programas hirientes tienen un hueco destacado en sus programaciones.
Ese mismo modelo se viene aplicando en este país desde hace años con menor o peor éxito, pero sólo ha sido hasta que las semillas del aborregamiento y de la pobreza de espíritu han germinado cuando ha dado sus frutos, parece que cada vez mayores. Para ello si que han sido muy efectivos los políticos durante esta última década y especialmente, en esta época de crisis económica que sólo va a traer desgracias al trabajador. Puesto que mientras que los gobernantes van haciendo y deshaciendo a su antojo, aquí todos estamos peleándonos por leyes antitabaco, por patadas al diccionario, por si alguien hace un chiste o por si alguien se refiere a una prenda de ropa como "negra" en vez de "afroamericana o subsahariana".
Como también dice la sabiduría popular, y como ya decía yo hace un mes, "A río revuelto, ganancia de pescadores", porque no se si a alguien le cabrá duda de que "Reunión de pastores, ovejas muertas". A mi no.
En fin, que esto me está quedando mucho más largo de lo que pretendía, así que intentaré concluir con dos puntos claros y concisos en los que intentaré ser correcto dentro de lo posible:

- Estoy de los "-istas" hasta más arriba del pelo, y por mi parte todos ellos se pueden ir a que les den por donde amargan los pepinos.

- Por más que me cueste que contradigan el ritmo de entradas normales de este blog y me encuentre con doscientos comentarios de asociaciones y gente bien-pensante pidiendo mi cabeza en bandeja de plata, no voy a dejar de bromear con la aberrante situación de comercio que establecen los gobiernos de los países donde se "adoptan" niños y expresaré, alto y claro que LA LISTA VERDE DE ADOPCIÓN ES EL ZARA TARAS DE LAS NIÑAS CHINAS. Quien quiera ver que insulto a los padres o a las niñas, es muy libre de hacerlo. En algún momento pagará su idiotez.


P.D.: Menos mal que podremos seguir haciendo, sin sonrojarnos, chistes de la presunta pederastia de los curas. Porque de eso supongo que El País no se quejará, ¿verdad?, y no eliminará toda la información de su web como ha hecho con este caso, ¿verdad?.

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