Por fin me acaban de convocar la oposición. Bueno, el plazo para presentar la solicitud, la fecha nos la dirán poco a poco. Como Lost, vamos.
Y en llegando a esto me he acordado que anduve también perdido en una isla, como Lost, hace una semana.Una isla pequeña, de apenas diez mil habitantes, donde el mundo se detiene y donde la llave del coche de alquiler se deja debajo de la alfombrilla en el aparcamiento del aeropuerto. Como ya nos dijo la chica que nos esperaba al fondo del aparcamiento: "Bienvenidos al Hierro".
Y en El Hierro comimos, bebimos, tomamos el sol en acantilados que luego había que subir si los pulmones lo permitían y vimos parapentes en un encuentro de parapentistas cuya organizadora pretendía que fuéramos pilotos experimentados.
En fin, que todo era un pretexto para comer queso en todas sus variantes y regresar a cuando en este país se podía vivir tranquilo y confiado.
El detalle de avisar en el miniaeropuerto de cuándo había que cruzar el control de seguridad fue mucho.
Pero sobre todo descubrimos como Burton no inventó nada. Sus árboles los sacó del Bosque de las Sabinas. Y si no, a las pruebas me remito...
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