Acabo de responder a una especie de encuesta de una bodega que me ha llamado a casa a venderme vino. No es por nada, pero mi teléfono no lo tiene cualquiera, y la insistencia de la señora me ha hecho ponerme un poquito nervioso. ¿Me habrán estado vigilando? Teniendo en cuenta que llevo tres semanas conservado en alcohol, ¿no es mucha casualidad que quieran venderme cervezas artesanales cuando me estoy quitando? ¿serán los del gimnasio para que no afee la imagen global de animalitos atléticos? Un sin fín de preguntas rondan mi cabeza, y yo con la plancha puesta... si es que uno no puede querer volverse sano. No lo dejan.
Entre eso, que me he enterado hoy que dos monitores de mi gimnasio, que no conozco, son las drags de un sitio de espectáculos aquí, en Las Palmas, y lo de Eurovisión (picar para ir al otro blog), estoy a punto del infarto. Me tendré que fumar un cigarro.
Entre eso, que me he enterado hoy que dos monitores de mi gimnasio, que no conozco, son las drags de un sitio de espectáculos aquí, en Las Palmas, y lo de Eurovisión (picar para ir al otro blog), estoy a punto del infarto. Me tendré que fumar un cigarro.
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