Porque siempre estás ahí, en mis mañanas, en mis tardes, haciendo que sea persona, tú que nunca me fallas, tú que haces que no ladre, tú que siempre me acompañas en los malos momentos, tú, sin el que no sería yo. Tú, café, cuya falta hace que siempre me pregunte si de verdad no soy un yonqui. Solo, con hielo, con leche, cortado, en barraquito... A ti va dedicado este post. (sobre todo si es Saimaza, el café de los muy cafeteros).
P.D.: Ni que decir tiene que a mi la poesía se me da nada más que regular.
P.D.: Ni que decir tiene que a mi la poesía se me da nada más que regular.
No hay comentarios:
Publicar un comentario