sábado, 12 de abril de 2008

Nuevas sensaciones.

Lema del día: Riégame, riégame, pero no me ahogues.

Todos los que estais más cerca sabeis de mi última afición por la botánica. Los demás no, porque como no nos vemos ni nos hablamos y además no me mandais comentarios... pues no me molesto. Pero como llevo mucho tiempo sin actualizar, y de lo único que puedo hablar últimamente es de lo hartito que estoy de la visita familiar, y no quiero que se me haga mala sangre, porque hoy me toca cena en familia, he decidido hablar de lo mal que trato a mis plantas, que no paran de darme disgustos.
Todo comenzó hace algo así como año y medio, en que unos amigos me regalaron una orquídea como regalo de cumpleaños. Tras intentar ahogarla, y que no se dejara, floreció magnífica hasta la visita de mi madre. Ella niega que tuviera algo que ver (esto me parece que lo conté ya en algún post, por lo menos me suena), pero como la filosofía de mi familia es "si no hay pruebas visuales puedes negar cualquier cosa" estoy seguro de que me la terminó ahogando. Luego, una vez sólo, llegué yo y la achicharre. Para después pasarse todo el viaje de Cuba (y dos meses más) en casa de una amiga y llegar a casa más muerta que viva. Después de estar en la UCI durante seis meses, por fin parece que tira para adelante, pero no me fio. Y como no me fio, creo que la tengo estresada. Como a todo el resto.
La siguiente fue la violeta, que es la que más me preocupa. Lleva ya como ocho meses conmigo, y va de mal en peor. Me he leído las instrucciones y tras llevarlas a cabo a rajatabla, está fatal. Pienso que si me las hubiera leído antes me habría ahorrado el ahogarla un par de veces, y estaría mejor, pero ahora que la cuido bien me preocupa que no me responda. Daremos parte.
Mi poto está estupendo. Era una prueba. Si era capaz de cargármelo sería ya una señal para dejar de torturar a pobres criaturas de Dios, pero como estaba estupendo y cada vez más grande, lo transplante. En el transplante, como había que regarlo "en abundancia" para que cogiera la tierra, lo ahogué también un poco, y ha dejado de echar hojas. El otro poto, que me plantó una amiga hace no se cuanto y me trajo hace dos o tres meses, sigue en las mismas exactamente que cuando lo traje, a pesar de que, por consejo de ella, lo transplanté también. Y ahora parece que empieza a dar señales de vida y yo empiezo a considerar que no era de plástico como sospechaba.
La flor de pascua, tras morir y estancarse para la próxima cosecha, se pudrió, justamente con el mismo cuidado que tenía antes, cosa que no deja de ser algo que tendrá que investigar Mulder y Scully si es que siguen vivos todavía y no los abdujo un plutoniano. Mi Spathyphylum (o como se escriba, lo he mirado ya tres veces hoy y no hay forma de que se me quede) tiene también un comportamiento extraño, y, aunque la cuido exactamente igual siempre, mejora y empeora por designio divino o algo.
Y respecto a las últimas adquisiciones, la hierbabuena muere y nace como le da la gana también, la albahaca sigue resistiendo y queriendo realizar algún progreso, pero no sé qué la frena, y acabo de transplantar otra que me compré hace dos semanas y que se estaba quedando pequeña. No recuerdo como se llama. Cuando vuelva a ir a mi florista, le pregunto.
Todo esto me sirve para explicar dos cosas:
1) Las plantas no son para mí, pero hasta que no las mate a todas no voy a parar.
2) Odio a los mosquitos.
En cuanto se mueran todas, las pongo de plástico.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A nosotras dejanos seguir revoloteando que no picamos xDDD

Aleteos!