miércoles, 5 de diciembre de 2007

En ruta. Amsterdam.

Lema del día: No hagas planes para vacaciones. El tiempo siempre lo jode todo.

Quedan 3 días (ahora sí).


Para comenzar las nuevas vacaciones, nada mejor que nuevo viaje, incluyendo esperas de seis y cinco horas en Barajas(a la ida y a la vuelta, respectivamente), a destino desconocido, para tres días. Ya he decidido que el año que viene pienso viajar muchísimo menos, eso seguro. Porque sigo pensando que las vacaciones son para descansar... pero bueno, de los errores se aprende. No es que haya sido un error viajar a Holanda, aclaro. El error es hacer tres viajes en dos meses, y no se cuantos en lo que va de año. No lo recomiendo, salvo al peor de mis enemigos, ese que siempre está por llegar.


Comienzo por Amsterdam. Dos días, hospedado en un albergue cristiano (¡yo!), en pleno barrio rojo (que digo yo que es un sitio algo raro para un albergue cristiano, pero bueno...). No voy a decir cosas especialmente estupendas, pero ya informo que me fui malo, que me he dedicado a dar vueltas, y que no he visto ningún museo. Con lo que la crónica es sólo parcial, y de hecho, va a ser muy corta (o eso espero, aunque no se ya cuanto llevo escrito).
No me ha gustado especialmente. Eso creo que lo resume todo. Es una ciudad gris, sucia, oscura, muy poco acogedora (no he visto un solo mapa en todo el recorrido, que no ha sido corto), aunque la gente es más o menos agradable, y todo el mundo sabe inglés. Menos correcta que en Austria (creo que no hablé del viaje a Viena del mes pasado... cosas pendientes), pero todo orientado a un turismo drogadicto y sexual que convierte en espectáculo lo que debería ser normalidad (lo de la legalización de las drogas y las putas es un puro objeto comercial, más tipo show de Jose Luis Moreno que verdadera libertad). Este viaje era para drogarme, así que de follar hablaremos en el próximo (pienso volver, las perspectivas eran estupendas), porque no tenía yo el chichi pa farolillos (es lo que tiene no poder respirar, que es imposible meterse nada en la boca).


Termina lo escatológico y las confesiones impúdicas. Tampoco hay mucho que contar. Mucho frío, como era de esperar, y lluvia (hubiera sido mejor que nevase, que era lo que yo creía que pasaría), mucho caminar, mucho guiri disfrutando del espectáculo (llámese putas de toda condición, tanto étnica, como física, como etaria, en esos escaparates del barrio rojo), todo tipo de sustancias al alcance de uno ("coca, extasi, viagra" es lo que te ofrece todo el mundo por lo bajini mientras vas paseando, todo ello al lado de la policía), pero, y este creo que es el motivo por el que me ha gustado poco la ciudad: NO SE PUEDE BEBER EN LOS COFFEE-SHOP. No daba crédito. Y uno, que por encima de todo, va caminando a pasos agigantados hacia el alcoholismo, pues como que no se halló. Eso sí, hay sitios chulísimos, y, probablemente, en primavera, todo se verá mucho mejor.
¿Alguien me acompaña?

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