Que sí, que esto no es del diario de viaje... pero no he podido evitarlo...
lunes, 30 de noviembre de 2009
sábado, 28 de noviembre de 2009
1. Viajes.
De cómo poder ir de Las Palmas a Barcelona y no morir en el intento.
Las vacaciones son estresantes. Hay que elegir sitio, compañía, vuelos, hoteles, tiempo de estancia, más vuelos, más hoteles, casas de amigos, invitaciones que hacer, ropa que meter en la maleta, ropa que dejar en casa, artilugios, bolsos, gente que te cuide las plantas o formas de que se cuiden ellas solas, comidas que hacer para agotar lo que queda en el frigorífico, momento de realizar limpieza en casa, si cambias la ropa de cama antes de irte o cuando vuelvas, métodos para ir al aeropuerto... y sobre todo vuelos.
Vivir en una isla a mil y pico de kilómetros del resto del país hace bastante complicada la salida a casi cualquier parte por otro medio que no sea aéreo, pero de un año a esta parte además las líneas aéreas se están poniendo de acuerdo para que lo que resulte imposible sea ir a cualquier lado sin tener que pasar por Madrid, aunque sea a Lanzarote.
Incluso habiendo abierto la nueva terminal del Prat, esa enorme y larguísima que quiere ser como la T4 porque lo fundamental en los aeropuertos españoles es librar del sedentarismo a la humanidad a base de carreras, es más difícil viajar a Barcelona que antes. Es lo que tiene haber anulado dos de los vuelos directos y que los otros dos que quedan sean de mañanita (cuando hay gente que tiene que trabajar) y caros como el demonio.
En fin, que la única forma medianamente decente (también en precio) de iniciar las vacaciones fue coger un vuelo a Barcelona vía Madrid, con sólo tres cuartos de hora entre uno y otro, con las ventajas para los gemelos que eso tiene: el vuelo de ida siempre llega tarde y te tienes que convertir en Ben Johnson (dopado).
Aparte de eso, Spanair sigue siendo tan incómodo como siempre aún en asientos de emergencia, pero el personal es de lo más agradable que te encuentras en las compañías aéreas (si exceptuamos las azafatas de Air Nostrum, que creo que ya no vuela... todo por ahorrar en chapatitas de tortilla).
La llegada a Barcelona no podía ser más que accidentada y comenzó tomando un autobús que no era y que me llevó a Plaza Catalunya tras pasar por el Prat de Llobregat, Hospitalet, Cornellá, Mataró, Girona y Zamora... mientras el amigo con el que me quedaba fumando esperaba, aterido en la parada del autobús que sí era.
Quédense tranquilos, no se le gangrenaron los ñoñitos, con lo que en vez de ir a por un cirujano vascular, nos fuimos a comer algo (tras seis horas de viaje yo lo que quería era cerveza, y mucha) y nos empezamos a poner al día porque en siete años sin vernos había pasado alguna cosilla que otra.
Eso sí, al aeropuerto la mañana siguiente (desde donde íbamos a Paris) llegué habiendo dormido cuatro horas, es decir, pletórico, confuso y desorientado en general. ¡Qué bonitos los reencuentros!
Vivir en una isla a mil y pico de kilómetros del resto del país hace bastante complicada la salida a casi cualquier parte por otro medio que no sea aéreo, pero de un año a esta parte además las líneas aéreas se están poniendo de acuerdo para que lo que resulte imposible sea ir a cualquier lado sin tener que pasar por Madrid, aunque sea a Lanzarote.
Incluso habiendo abierto la nueva terminal del Prat, esa enorme y larguísima que quiere ser como la T4 porque lo fundamental en los aeropuertos españoles es librar del sedentarismo a la humanidad a base de carreras, es más difícil viajar a Barcelona que antes. Es lo que tiene haber anulado dos de los vuelos directos y que los otros dos que quedan sean de mañanita (cuando hay gente que tiene que trabajar) y caros como el demonio.
En fin, que la única forma medianamente decente (también en precio) de iniciar las vacaciones fue coger un vuelo a Barcelona vía Madrid, con sólo tres cuartos de hora entre uno y otro, con las ventajas para los gemelos que eso tiene: el vuelo de ida siempre llega tarde y te tienes que convertir en Ben Johnson (dopado).
Aparte de eso, Spanair sigue siendo tan incómodo como siempre aún en asientos de emergencia, pero el personal es de lo más agradable que te encuentras en las compañías aéreas (si exceptuamos las azafatas de Air Nostrum, que creo que ya no vuela... todo por ahorrar en chapatitas de tortilla).
La llegada a Barcelona no podía ser más que accidentada y comenzó tomando un autobús que no era y que me llevó a Plaza Catalunya tras pasar por el Prat de Llobregat, Hospitalet, Cornellá, Mataró, Girona y Zamora... mientras el amigo con el que me quedaba fumando esperaba, aterido en la parada del autobús que sí era.
Quédense tranquilos, no se le gangrenaron los ñoñitos, con lo que en vez de ir a por un cirujano vascular, nos fuimos a comer algo (tras seis horas de viaje yo lo que quería era cerveza, y mucha) y nos empezamos a poner al día porque en siete años sin vernos había pasado alguna cosilla que otra.
Eso sí, al aeropuerto la mañana siguiente (desde donde íbamos a Paris) llegué habiendo dormido cuatro horas, es decir, pletórico, confuso y desorientado en general. ¡Qué bonitos los reencuentros!
domingo, 22 de noviembre de 2009
Kill the hippies
Lema del día: Lo bueno que es hacer amigos.
Ya lo decían los Pistols, y ahora lo digo yo.
Mientras más años pasan y más anacrónico parece un movimiento condenado a la muerte y tergiversado desde su inicio, ese que protagonizaron todos los hijos de papá americanos que se pudieron pagar Woodstock (porque barato no era, no), menos soporto a todos estos que confunden el hippismo con fumar canutos a mansalva y tener el tofu como alimento fundamental en la dieta.
Un amigo mío hace referencia a ellos, con conocimiento de causa, diciendo que muy hippies, que muy hippies, pero que les des una Visa Platino y vas a ver como se saben marcas carísimas que ningún currito conoce.
En realidad él lo limita a las argentinas que llegaban a Ibiza. Yo lo extiendo a todo el grupo. No se puede ser hippie y consumir como cualquier habitante de la Quinta Avenida, miren ustedes, eso así no es.
Por no hablar de la manía de tener chuchos que no han visto el agua en su vida (tengo la teoría de que los alimentan con éxtasis líquido) que los demás tenemos que aguantar (cagadas incluidas) y de su flagrante y desagradable manía de mirar por encima del hombro a todo lo que no es como ellos, algo muy hippie, por otra parte.
En fin, que la semana pasada fue el WOMAD en Las Palmas, que vinieron grupos a los que ellos no hicieron ni puñetero caso porque no los conocen (yo tampoco, pero yo no lo soy) y porque todo consiste en colocarse con todo lo que se tenga a mano, y me volví a convencer que todas estas modas tienen que ver con justificar la falta de aseo, como lo de la Generación X que decía Lo hace meses. Y he hablado.
Mientras más años pasan y más anacrónico parece un movimiento condenado a la muerte y tergiversado desde su inicio, ese que protagonizaron todos los hijos de papá americanos que se pudieron pagar Woodstock (porque barato no era, no), menos soporto a todos estos que confunden el hippismo con fumar canutos a mansalva y tener el tofu como alimento fundamental en la dieta.
Un amigo mío hace referencia a ellos, con conocimiento de causa, diciendo que muy hippies, que muy hippies, pero que les des una Visa Platino y vas a ver como se saben marcas carísimas que ningún currito conoce.
En realidad él lo limita a las argentinas que llegaban a Ibiza. Yo lo extiendo a todo el grupo. No se puede ser hippie y consumir como cualquier habitante de la Quinta Avenida, miren ustedes, eso así no es.
Por no hablar de la manía de tener chuchos que no han visto el agua en su vida (tengo la teoría de que los alimentan con éxtasis líquido) que los demás tenemos que aguantar (cagadas incluidas) y de su flagrante y desagradable manía de mirar por encima del hombro a todo lo que no es como ellos, algo muy hippie, por otra parte.
En fin, que la semana pasada fue el WOMAD en Las Palmas, que vinieron grupos a los que ellos no hicieron ni puñetero caso porque no los conocen (yo tampoco, pero yo no lo soy) y porque todo consiste en colocarse con todo lo que se tenga a mano, y me volví a convencer que todas estas modas tienen que ver con justificar la falta de aseo, como lo de la Generación X que decía Lo hace meses. Y he hablado.
sábado, 21 de noviembre de 2009
Y sigo... cavando mi propia tumba
Lema del día: Genio y figura hasta que me echen... otra vez.
Como ya he dicho en Pasiones, he estado un poco perdido por motivos paralaborales, en esta ocasión una ponencia que me ha tenido más horas de las esperadas delante del ordenador y memorizando como para unas oposiciones, porque uno sin presión no sabe hacer nada.
Salió bien y si no odiara a la SGAE, no estaría repartiendo gratis el material y ahora mismo sería ya un éxito de ventas que se iba a cagar el Stieg Larsson ese...
Os debo el diario de vacaciones y la crónica de lo poco que me acuerdo del Womad.
En breve.Salió bien y si no odiara a la SGAE, no estaría repartiendo gratis el material y ahora mismo sería ya un éxito de ventas que se iba a cagar el Stieg Larsson ese...
Os debo el diario de vacaciones y la crónica de lo poco que me acuerdo del Womad.
viernes, 6 de noviembre de 2009
Me quiero dir
Lema del día: para que luego digan...
Llegué ayer de vacaciones, aunque no trabajo hasta el martes. La razón inicial (y final) era un juicio que tenía hoy (como testigo, todavía no me han imputado en el Gürtel) y que, tras levantarme a las siete y cuarto (estando de vacaciones, repito) porque además creía que se celebraba media hora antes (da igual, de vacaciones debería ser delito despertarse antes de las once de la mañana a no ser que estés en una ciudad extranjera) y recorrerme medio pueblo que no conozco encontrándome con pacientes por todas partes (y que me recordaban citas próximas cuando no directamente se sentaban a mi lado a tomarse el café), no se ha celebrado (aunque ha costado tres puertas, cuatro consultas y una llamada de teléfono que me confirmaran el error que yo venía presintiendo desde hacía dos días).
Lejos de ser la puntilla, después he ido a Correos a recoger un paquete que ni recuerdo cuando pedí, y tras un cuarto de hora esperando mi turno, me confirman lo que también sospechaba, que no aceptaban tarjetas a pesar de que Zapatitos (quiero su cabeza en una bandeja de oro YA!) promulgó una ley según la cual en todos los establecimientos debe existir posibilidad de pago en dinero no cash, como diría Lomana. Debe ser en todos los establecimientos que no tengan en su organización ningún influjo público.
La señorita de Correos se ha apiadado de mi y me ha permitido colarme después, quizá movida por mi cara de desesperación y porque estaba a punto de echarme a llorar allí mismo y hasta de cortarme las venas si hubiera echo falta con tal de no tener que esperar la vida de Cristo (Las Palmas hoy parece Madrid, hay colas para todo).
Habrá a quien le parezca exagerado, lo se, pero entiéndanme. Como dije al inicio del post, ayer volví de vacaciones en las que, por una vez en la vida y sin que sirva de precedente, olvidé la mochila a medias y me fui a visitar Paris, Barcelona y Madrid (por orden) y a los amigos que viven en las dos últimas.
Tras ese panorama, panorama que echo tanto de menos, y cuando por fin comenzaba a hacer frío (el invierno, ese gran invento que en Canarias no disfrutamos), llego aquí, tras escuchar las quejas del poco tiempo que estoy en los sitios por parte de todos los amigos, y volviendo a la manga corta y el bochorno cuando lo que quiero es tener que llevar abrigo, guantes y bufanda. Y todo para nada.
Ya he dicho que quizá lo más conveniente hoy (no voy a hablar de los distintos desastres mañaneros que he organizado en mi domicilio porque no tengo ganas de resultar cansino) es no moverme del sofá, sobre todo cuando está lloviendo (lluvia con calor, magnífico invento también, sobre todo cuando llueve lo justo para ensuciar cristales), pero ya he quedado.
Necesito de beber y de beber y de beber más. De follar no, porque estoy culto y porque lo más probable es que si hoy cae algo me coja una sífilis. Y tampoco es plan.
P.D.: Y por supuesto este es el prólogo del diario de vacaciones, La cultura me mata, que empezará su andadura en breve en estas páginas. Cuando se me pase la cogorza, concretamente.
Lejos de ser la puntilla, después he ido a Correos a recoger un paquete que ni recuerdo cuando pedí, y tras un cuarto de hora esperando mi turno, me confirman lo que también sospechaba, que no aceptaban tarjetas a pesar de que Zapatitos (quiero su cabeza en una bandeja de oro YA!) promulgó una ley según la cual en todos los establecimientos debe existir posibilidad de pago en dinero no cash, como diría Lomana. Debe ser en todos los establecimientos que no tengan en su organización ningún influjo público.
La señorita de Correos se ha apiadado de mi y me ha permitido colarme después, quizá movida por mi cara de desesperación y porque estaba a punto de echarme a llorar allí mismo y hasta de cortarme las venas si hubiera echo falta con tal de no tener que esperar la vida de Cristo (Las Palmas hoy parece Madrid, hay colas para todo).
Habrá a quien le parezca exagerado, lo se, pero entiéndanme. Como dije al inicio del post, ayer volví de vacaciones en las que, por una vez en la vida y sin que sirva de precedente, olvidé la mochila a medias y me fui a visitar Paris, Barcelona y Madrid (por orden) y a los amigos que viven en las dos últimas.
Tras ese panorama, panorama que echo tanto de menos, y cuando por fin comenzaba a hacer frío (el invierno, ese gran invento que en Canarias no disfrutamos), llego aquí, tras escuchar las quejas del poco tiempo que estoy en los sitios por parte de todos los amigos, y volviendo a la manga corta y el bochorno cuando lo que quiero es tener que llevar abrigo, guantes y bufanda. Y todo para nada.
Ya he dicho que quizá lo más conveniente hoy (no voy a hablar de los distintos desastres mañaneros que he organizado en mi domicilio porque no tengo ganas de resultar cansino) es no moverme del sofá, sobre todo cuando está lloviendo (lluvia con calor, magnífico invento también, sobre todo cuando llueve lo justo para ensuciar cristales), pero ya he quedado.
Necesito de beber y de beber y de beber más. De follar no, porque estoy culto y porque lo más probable es que si hoy cae algo me coja una sífilis. Y tampoco es plan.
P.D.: Y por supuesto este es el prólogo del diario de vacaciones, La cultura me mata, que empezará su andadura en breve en estas páginas. Cuando se me pase la cogorza, concretamente.
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