Lema del día: Las buenas experiencias son irrepetibles, y más si vas predispuesto.
El té quema. Lo mismo si me lo tomara todos los días antes de las ocho de la tarde dormiría mejor. Aunque me temo que no tiene que ver con eso. Valencia no fue Bilbao, ya lo sabíamos antes de irnos, y, aparte de descubrir a la Doctora Muerte, y hacernos fans de ella, y un par de golpes de humor, dio para poco. Era de esperar. Mi ritmo intestinal, y esas croquetas de bacalao hechas básicamente con puré de papa y ajo lo acabaron de confirmar. El bacalao no nos lo pusieron porque lo estaban pescando. Que hartón de pescado. No comía más de dos días sano desde que fui a Cuba. Hoy tendría que hacer una excursión al Tony Romas. Tendría tantas cosas que hacer. Tendría que llamar por teléfono, pero no me apetece. Tendría que hacer la declaración, pero tampoco. En vez de eso viendo El intermedio. Y de lo bueno que es beber y beber... tampoco hemos bebido tanto. El té sigue ardiendo, y el ordenador se bloquea. Hay tantas cosas que hacer, que al final el bloqueado soy yo. Anticipar las cosas no viene bien. Tener claro que las cosas no van a ir bien, tampoco. Y negar la evidencia es de una imbecilidad supina. No tengo fotos que poder colocar. Lo primero que hice fue dejar detrás la cámara. Y con la tontería, mejor. He dejado de colocar resúmenes de Muchachada Nui, porque ya me parece tarea repetitiva. Y me confundo con las letras. El ventanal de al lado del ordenador da también para poco últimamente. Creo que soy yo el que quiere que las cosas estén tranquilas cuando no lo están en absoluto. Si algún día descubro como desinstalar la impresora que el ordenador no me reconoce, seré feliz. También podría ponerme a hacer la elíptica, pero con el té... ya está más tomable. Mazinger me mira, y yo miro la pantalla. Y todos me miran, me miran, me mira... no recuerdo de que petarda es eso. Yo últimamente sólo tengo ojos para mi. Es que hoy me he visto muy guapo, a pesar de tener cara de zombi recien salido de la tumba. Una pena que no haya visto a nadie que me interesara que tuviera la misma opinión. Tendría que congelar parte de la carne que he comprado, aunque para qué... me la voy a comer toda entera. Esta última frase la he escuchado en mi cabeza con la voz de Anabel Alonso. Es una pena que ya no vea La familia Mata. Ella era de lo único salvable los últimos capítulos que me trague. Las gafas me molestan. Hoy estoy repugnante, después de toda esta parrafada, tengo que reconocerlo.